Religiosidad andina


Otra opción:

http://www.goear.com/listen.php?v=40a7888

Esa es la idea
Radio Programas del Perú
23 de marzo del 2008

Aula Vallejo II


Hagamos una aproximación al poeta por la foto más 'conocida' y ya histórica.
Vemos la naciente del cabello con las entradas 'invertidas' y la frente amplia y magra hundida hacia las sienes con salidos arcos supraorbitales que aumentan las ojeras. El continente fuerte -de sólido entrecejo- se desanuda en la raiz de una fuerte nariz con las fosas bajas. Las mejillas de arco cigomático poderoso, hacen los pómulos altos y salidos. Ahí nomás la noble oreja retrasada y muy fuertes surcos 'lacrimales' que más bien son directo testimonio del uso contínuo del músculo risorio (en la mueca de la risa) y del orbicular de la boca. Los labios finos 'cortados a cuchillo' parecieran negar la conocida sensualidad del vate, pero la mandíbula cuadrada y el mentón salido dan indicio de una fuerte voluntad de carácter.
La proporción y tamaño de las manos nudosas 'de obrero' y -estando en reposo- de venas hinchadas, señalan un corazón de muy fuerte latido y duro tejido cardíaco (al final de su vida, el médico de la clínica Aragó sospecharía una malaria infantil, contraida en la cuenca del Marañón, que habría debilitado y 'acartonado' el tabique ventricular, por lo que recetó quinina). La cintura escapular (distancia entre los hombros) no es grande, dando un imagen de cerebrotonía (predominancia de la cabeza). La axila fruncida en los pliegues del saco hacen suponer una musculatura fina y corta. La mano izquierda con ese enorme azabache y el pañuelo en el bolsillo del pecho son su única elegancia, resaltada por la mano posada con calma y firmeza en el cayado de fino alerce.

Si todo lo anterior da la idea de soledad y ausencia, la verdad es que esta foto es sólo un fragmento de una panorámica mayor donde Georgette Phillipart, a quien acababa de conocer ene esos meses, le sostiene el sombrero de fieltro con cinta de luto por su padre, Francisco de Paula Vallejo.
Fue tomada por su amigo peruano Juan Domingo Córdoba en la colina de Versailles (sobre las catacumbas medievales y cerca del cementerio) barrio de cabarets y poetas, en 1929, cuando Vallejo tendría 37 años.
Es curiosa la casualidad de que esté sentado en una piedra tallada (luego vereremos la contínua presencia de 'la piedra' en la obra vallejiana).