Un belén de palabras

En Palestina -la real madre patria- se entra en el solsticio de invierno (equivalente exacto de nuestro Intiraymi del 24 de junio). Allí, hace 2014* años, una joven se supo encinta:


"Pero el joven rosado decía que yo soy la elegida, que entre todas las mujeres me han señalado a mí . . . Que me bendecirían, a mí y al fruto de mi vientre ... Está bien, haré lo que me corresponda, señor ... Por qué me llamó madre si soy virgen? Qué está sucediendo? Qué va a ser de mí a partir de esta visita? " (Mario Vargas Llosa, Elogio de la madrastra. 1996)

Desde entonces, en todos los tonos, se ha tejido un belén de palabras con este misterio.
Quiero dar -con este brevísimo texto- testimonio de esa delicada incertidumbre: devuelvo a la joven dorada a su patria -la Galilea palestina- y cito la hermosa anécdota -que fundó dos milenios- en palabras de un agnóstico -Vargas Llosa- y en las luces y sombras de un 'descreído' -Leonardo da Vinci, de 1474-.

Qué bien le hará a nuestra Palestina torturada, mutilada y crucificada del 2010 recordarle al mundo que aún se espera el milagro de la paz.

(Elijo la seguidilla gitana para cantarle, porque está a medio camino entre el Asia Menor y nosotros. También porque en su estribillo hay una extraña semejanza con el haiku japonés.)



Ocho seguiriyas navideñas
(hay una guitarra al fondo)
Anunciación

Será su risa fresca
y su mirada
tierna como es el alba
y avergonzada.

Su gesto fino
perfumará las horas
como hace el vino.

Nacimiento

El sol tiñe entre gasas
montes lejanos,
la luz de la mañana
abre las manos.

Hay una estrella
que brilla en el pesebre
para la bella.


Misión

Florecilla del campo
que sola vienes
y emprendes una senda
con lo que tienes.

(Esta mañana
tembló una cruz al aire
en su peana.)

Reproche

Seguiriya gitana
qué cosas dices.
No es bueno que tu canto
haga infelices.

Copla sin queja,
sé la humilde pastora
que da su oveja.

Contentamiento

Busca que tus palabras
den las noticias
que toda madre espera
cuando da albricias.

Di: "cosa es cierta
que he colgado una estrella
sobre mi puerta".


Azofras y alcabalas
(habla el recaudador)
I
Por saber si María
finge pobrezas
escalé por su huerto
entre cerezas:


brilló una perla
bordada entre diamantes...
cuando fui a verla...


II
Miré bien en lo oscuro
de su pesebre:
eran lágrimas garzas
por un orfebre…


la telaraña
rociada del aljófar
de la mañana.

III
Y el oro de su risa,
con dulce canto,
bordaba su camisa
hecha de llanto...

(Desde lo oscuro
una luz dibujaba
otro conjuro...)


VH

*1. Dionisio Exiguo tuvo un error de 4 años en la calendarización cristiana. 2. El solsticio de verano es ya este 21-24 de diciembre: entramos a la estación calurosa, con lluvias en la serranía y verdes paulatinos en cada colina y valle. No nos hacen falta las calorías del chocolate caliente, de las pasas de los panetones, los jamones golosos o pavos insaboros. El verano se recibe, ya sea en la costa desértica, la sierra de valles o la lujuriosa selva, con refrescos ( 'meaditos del niño': agua de piña, colación de tamarindo y chicha morada), golosinas de ligera digestión, y noches estrelladas como nunca...
No queremos ser colonos mentales en una Lima con el 'invierno torturante neoyorquino', -armiño y rojo- cantando tontos jingles en inglés y colocando pinos y abetos nórdicos 'nevados' con algodón y fibra de vidrio... ni con un Santa Claus de cartón y tontos muñecos de nieve con nariz de zanahoria deambulando por las calles de neón de una ciudad ya fantasma ... pero que no en Lima.

Un hermoso solsticio navideño con la voz de la negra linda:






!Feliz (sí? sin paz?) Natividad, Belén de Palestina, desde Lima...

Que no demore la justicia de tu causa!

16 de diciembre: Beethoven para niños

¿Beethoven de Batavia cultivaba betarraga?‏


Hijo de una dulce mujer tísica y de un tenor altamente alcohólico, nació Ludwig (Luisito) el 16 de diciembre de 1770 en la Bonn germano-belga, en una buhardilla del 4º piso (destinada a la sirvienta de la casa -que eso era su madre Magdalena- y que ahora, hipócritamente, se llama -a los 4 pisos- Beethovenes Geburthaus ('casa natal de Beethoven'), en la calle Gasse, donde te golpeas la cabeza en las vigas oblícuas del techo si te despiertas con prisa. Luchito, entonces, era muy cuidadoso: repasaba con la mirada cada viga y las memorizó de tal manera que le escribió esta marchita turca (que nada tiene que ver con las 'turcas' que se mandaba el padre) al Chavo del 8:







Pero ya desde chiquito Luchito tenía una profunda crisis de identidad, porque cuando le decían: 'Ludwig van', él también iba, y para que regrese le decían 'Beto ven', y venía... Ya después en el colegio, entendió que van (que suena fan) era 'de' y que Beto-ven era Beethofen, es decir Batavia. Mientras, de tanto ir y venir, salir y entrar yendo y viniendo, Luchito-Beto no sólo tenía doble personalidad sino que muy tempranamente tuvo una afonía crónica porque lo agarraban vientos cruzados. Luego, al curarse casi del todo -le costó muchas infecciones al oido- y quedar 'sin afonía', le tomó un tremendo cariño a la sinfonía, razón por la cual compuso 9 (y una 10ª más, en borrador por si acaso)... Precisamente -y contradiciendo a los biógrafos mayores que hablan de una fuerte incomprensión padre/hijo- Lucho de Batavia, esta vez, sí le dedicó a su padre Johann la 5ª de sus sinfonías (que literalmente dice: 'para-papá'), en 1804-1808:







Dado su mal genio, era también conocido como rabanito (variante sonora de 'betarraga', que da nombre belga a su Batavia de origen). De tanto ensayar a todo dar y por haber sido concebido con fallas técnicas (TBC + alcohol), y terco ante sus vecinos que le pedían que baje el volumen, como 'no hay peor sordo que el que no quiere oir', quedó sordo total desde los 26 años. Igualito era adorable la mitad de las veces y por eso le festejamos con tantísimo cariño su cumpleaños hoy día (241 velitas!) y le cantamos las mañanitas... aunque ni cuenta se dé. Aquí, en recuerdo de su enorme talla espiritual (porque de cuerpo le decían 'torito', por bajo y 'tronquito') va este cuarteto precioso:








Por morochito, también le decían 'el españolito' (pero eso ya entra en la pre-historia del nazismo, que a él le molestaría mucho). Y bueno... mientras le bullía la cabeza -con fiebres y dolores-, se le pasó la vida breve haciendo linduras para las orejas de los demás... Murió de 56 años y lleno de armonías colosales... Aquí a la derecha está en el bosque de Viena esperando una de sus sonatas ... (cosa rara, porque nunca se hacían esperar...)
Escúchalo y estarás conmigo en que gente linda como él debería cumplir años ... todos los días!!! az-Zâlab VH
PS. ¡Cada vez escribes con más humor! Qué bueno porque de lo contrario, hablar de Beethoven sería demasiado fuerte, demasiado triste. Hubiera quedado bien también si ponías la 5ª sinfonía en huahuancó, ¿te acuerdas? Recomiendo la Sonata nº. 5 en fa mayor op. 24 "La primavera", para violín y piano: http://www.youtube.com/watch?v=5zxb2bwqG_s, (Me ha provocado ver de nuevo Amada inmortal, de Bernard Rose, 1994.) Jasania


Resp. Pues el 'niño transaccional' de Luisito de Batavia no le hace ascos a esta vacilada tropical -con tan buen saoco- de su 5ª Sinfonía del Destino ('no le aunque' pongan cara larga los directores de ciertos conservatorios):

¿y esta otra lindura? "¿Con qué mano debo coger la batuta?"
Which hand should I hold the baton in?
Atuq az-Zâlab VH

6 de diciembre: San Nicolás

"La fecha de esta carta
que estrujo es muy remota-
apenas si la evoca
la luz de una canción-
y la ciudad de que habla
se reclina
mas allá de los mapas...
Mi amigo sin embargo
está cercano
y podría tocarlo
si pudiera tocar mi corazón".
Juan Gonzalo Rose


Aparecí en el universo la víspera de san Nicolás de Myra (Bizancio, 280-345), un 5-6 de diciembre. Como los taoistas, creo que uno comienza a existir el día de su concepción.
Pues yo fui concebido -entre castas risas de consuelo y doble llanto por la muerte de mi abuelo materno- la noche de Nicolás Pataka, el griego de Anatolia.
Entre los tristes santos catolicones del aburrido santoral, este del 6 de diciembre se adelanta y me convence de pronto por su jovialidad, por su amor a los niños, a los enamorados, a los navegantes extraviados. Quizás por eso se ha confundido su día -en pleno adviento navideño- con el mismísimo 'espíritu de la navidad' (el père Noël francés: papá Navidad).


Antes, había pasado su nombre por transformaciones más o menos antojadizas: el Saint Nicolas francés, el Sinter Nikolaus holandés, terminaron en el familiar Santa Klaus neoyorquino, (cuando esta ciudad aún era holandesa y se llamaba Neue Amsterdam)...

De su antipática versión yanqui me alejé toda mi iconclasta juventud. Ahora, en la tercera edad, con el cabello gris me acerco con sincera simpatía a este anciano alegre y serio a la vez -sin la barriga que la Coca-cola le chantó después de una encuesta entre los niños neoyorquinos, para ordenar al dibujante Thomas Nash su promoción navideña con un "abuelo bonachón, que empina el codo -de ahí la nariz roja- y que para con frío":
Thomas Nash, 1887.
En las versiones coloreadas de esta estampa nashiana, los calzones de Nicolás eran verdes y la casaca amarilla... Fue sólo en 1902 que la misma Coca-cola le cambió la vestimenta a sus ya ultraclásicos colores promocionales: rojo y blanco.

Ahora, con la barba parecida a la del 'viejito pascuero' (su nombre en Chile y en la Argentina serrana), me le acerco, ya convencido de que tanto él como yo hemos sido rebasados por la historia, tergiversados por los varios testimonios de nuestros 'biógrafos': detentamos cuanto infundio, sean alabanzas o calumnias, se le ocurre a los que no viven vida propia y sí 'cuidan' de la ajena: curas, moralistas, eruditos a la violeta, pacatos de atrio, tartufos vela verde, gays resentidos y mujeres postergadas... Y también 'amigos' que yo me sé...

Desde mi apatía navideña, no voy a negar mi cariño por este anciano greco-turco (cayado de oro, barba florida y canas de plata bajo la mitra que sólo en él deja de ser estúpida) que cada año siento más como un hermano mayor o, mejor aún, como mi padre, que ahora ya no está preso ni torturado por sus ideas, y habita comarcas a orillas de algún desconocido río, sereno como siempre, generoso por demás, y dispuesto a abrir la puerta al humilde, al perseguido, al triste, al solo... Pronto a salir del fondo de la casa con un colchón al hombro, tirarlo en media sala y, con una sonrisa dulce, decirme en voz muy queda: 'que se acueste ya tu amigo. Mañana siguen conversando, es tarde"... sin que ni la visita de alta noche ni yo sepamos cómo cuernos escuchó desde su recámara las cuitas del expulsado o del triste.


Yo, que odio como el Abenezer Scrooge de Dickens la navidad -por postiza, hipócrita y egoista- no puedo hoy ser ingrato a 'mi santo' y muchísimo menos a mi padre -mi personal Hagios Nicholás- y siento que mis puertas deben abrirse más que nunca al aire nuevo, al afecto, a la inocencia del que sufre, del desposeido, de los niños sin risa...

No tendría otra excusa para seguir odiando con tanta fuerza al poderoso, engreído, indolente, estúpido Cipriani... mientras intercambia regalos y salemas con su pandilla en el poder.

Perdón por el exabrupto.

Víctor Hugo Velázquez Cabrera


PS. Amables añadidos de mi amigo (clicar aquí:) José D'Arrigo, de Bellas Artes:

1. 'La ilustración de Nash que corresponde a la portada de la Harper's Weekly ( Merry Old Santa Claus) es de 1881 y no del 87 como aparece en rojita. La técnica usada por Thomas pudo ser plumilla o grabado al intaglio'. J. D'A.

2. Simpática burla digital de José Alfredo D'Arrigo, sabiendo que detesto el alcohol, los colores yanquis de la cocacola... y la navidad, igual que el Scrooge de Dickens... VH