Nosotros, los negros

...que a la noche
morena la hizo el sol y tan hermosa.
'El Cristo de Velázquez'
Unamuno
A Guillermo Lobatón, guerrillero

¿Puede interesarnos, a estas alturas del milenio, saber si la gente de piel oscura tiene una estética de la palabra? ¿Es que podemos fingir tanta ingenuidad? Evidentemente conviene, más bien, poner nuestra atención en el lado distal del microscopio. Conviene desentendernos del hombre negro como pensado, como hablado. ¿Está en nuestra literatura convenientemente reflejado, representado?

Asumamos de una vez que la literatura es un congelamiento de la oralidad, y que no necesita, obligatoriamente, de la escritura. Un canto de cuna huambisa no está escrito, pero con seguridad está cercano a la poesía de Gabriela Mistral o al canto de Nicolás Guillén, y aún al acalanto de Xico Buarque. Un haylli de cosecha del Mantaro es voz al viento -verba volant…, como recomendaban los primero latinos- y sin embargo está muy cerca de las odas de Neruda.

Busquemos entonces en la mata viva de la historia: ¿no hubo ya un negro en la Isla del Gallo? ¿Qué cantaba? ¿Cómo verbalizaba su vida? ¿Atravesó acaso mudo los vientos y la polvareda de la costa? ¿No habló, aun para sí, cuando el aroma de los valles y bosques de los Andes lo embalsamaba? Las crónicas son parcas en esta materia. Debemos esperar hasta los inicios del siglo XIX para encontrarnos con una alabanza a un blanco ¿Cómo, si no, iba a "ser digna” de la tinta y el papel? Baquíjano se va en 1812 a las cortes de España, casi expatriado, y los congos lo despiden:

Coraconse, o corangolo
Mepansuambashi.
Baquíjano luanda cacáne,
I fumu ia tulunda
Baquíjano cuenda-cacuenda
Nsambi inguá itata.
Baquíjano canine Congo guaienda
Angui tuina ie fumu
Ngueie utufiri usala ie moco.

Averiguamos que quisieron decirle:

Dios te guarde, Dios te guarde fuertemente
Consejero.
Baquíjano el hombre grande nos desampara,
El amo que nos defendía:
Baquíjano se va, ya se va,
Ya sólo Dios nos será padre y madre.
Baquíjano, despídete de los congos al irte,
Pues aunque tenemos amo,
Tú solo nos dominas hasta la uñas y las manos
[1]

Pero ¿no hay otros indicios del negro en nuestra etnoliteratura? Sí, si seguimos el tenue camino de la oralidad. Encontraremos las cumananas de Yapatera, en el alto Piura. Algo oiremos del lundú y del lundero en el valle del Saña, que dieron el tondero. Tendremos en las manos algún atisbo del landó –reconstruido malamente después de deslumbrarnos con el Ballet folclórico del Senegal- que dio, en su tiempo, la danza del festejo… Por donde llegaremos al ñáñigo del tío Bartolo, a los panalivios y amorfinos, a las habaneras y aguanieves, y a los costumbrismos, el fino, el de los Áscuez, los Vásquez, los Santa Cruz, y el otro…

Sin embargo, así que avanzamos con el oído, se nos hace humo la palabra –que es lo que importa a nuestra tarea: rastrear las bellas letras, en que descubramos vivo y latiendo al hombre de las sombras-. Estamos pues condenados a bucear en los tomos insomnes de nuestras bibliotecas: … scripta manent.

Manuel Ascencio Segura tiene algo de nuestro hombre, pero diluido en la lejanía de la estampa fugaz. Nos detendremos en Palma: dice delicias del negro Martín de Porras[2] y hasta está a punto de superar la belleza de su propio Alacrán de Fray Gómez. De paso, nos da noticias del negro León Escobar que fue presidente del Perú… por doce horas, en 1835, entre los remilgos de Orbegoso y los truenos de Salaverry. Vital, decidor y zumbón (¿mandinga?) nos traerá la bravura del zambo ‘Indio’ Cevallos montador de toros, y que no olvidará Goya en sus aguafuertes de tauromaquia. Así de Arredondo, mulato que rompe plaza y lanza en mano hace vibrar los principios de su siglo. Así de Juanita Breña, zamba atrevida para los toros, a la jineta sobre un caballo palomino, ejecutando, capote en mano, la ‘suerte nacional’.

En ese mismo talante nos hablará José Gálvez Barrenechea, en su Calles de Lima y meses del año, de:
Los tres reyes del oriente: vino, chicha y aguardiente [3]

donde columbramos, siempre pequeño y distante, a nuestro buen Baltasar con la tez color borravino …

Tendremos que esperar hasta Enrique López Albujar para ver, tosco aún, pero ya cercano y rico en luces y sombras, al Matalache de una Piura colonial, revivido a principios del siglo XX. Aparece también, devoto y taumatúrgico, el vozarrón del turronero de Levitación, ese magnífico cuento de Manuel Beingolea, ya con el perfil bien boceteado[4].

Ahora sí, quizás, está lista nuestra imaginación para hablarnos con épica belleza, y sin embargo con un desdibujo adrede, de Jijuna [5], el salteador de caminos de Diez Canseco. Aquí sí quedan superados los Caballeros del delito de López Albújar: sentimos el pulso del Jijuna y le tememos …

Ciro Alegría intenta, caballerosamente, despercudir las conciencias de Carita y Tirifilo en su Duelo de caballeros, mientras José María Arguedas va incubando esa magnífica saga de la vida nacional: El zorro de arriba y el zorro de abajo. Por fin le vemos la cara muy de cerca a nuestro hombre de sombras: Ciriaco Moncada, el zambo chimbotano comedor de maderas y plumas que pasea su locura –tan lúcida- por nuestros ojos. Su voz estentórea tiene ya los gestos de la trágica Casandra, y penderá sobre nuestras cabezas para siempre…[6]

También vendrá la voz serena de Ribeyro que hará una implacable radiografía de nuestra hipócrita Lima: De color modesto, cuento del desamor a una zamba, y el genial relato Alienación, la historia del triste Bobby López, zambo desteñido y ya rubio que morirá bobamente en Corea, y su amor imposible por la mujer que lo (nos) despreció.[7]

Ahora sí están listas las voces para expresar el alma de la etnia: aparecen los rostros simultáneos de los zambos de Los ermitaños, de Gálvez Ronceros y se nos vuelven retintos en el delicado Monólogo desde las tinieblas. Nos lleva como aguaitando y de la mano, para husmear en sus vidas y luego demostrarnos la simpleza campesina del negro de Octubre, nos suelta de improviso para dejarnos en estupor frente al mito en su Monólogo para Jutito: [8]

“A tu edá, Jutito, ditingues lo pájaros por su canto y sabes quiárbole anidan. Decubres por su huella o po su guito lo animale venenosos que se econden entre la yerba. Sabes cómo traete abajo un gavilán, de qué modo acallá perro ambravecío, cómo sujetá mula terca, qué hacé con un poíno movedizo, cómo aparejá bura preñá, de qué modo cargá los serones, en qué sitio sentase en un buro a pelo, qué yerbas ventean a las bestias, cómo apurá buro tardo, ónde ponele la pedrá a la víbora, cómo quemá paja al borde diun sembrao, con qué yerba se cura el maldiojo, cómo mata sabandija, qué hacé frente a un perro que bota espuma, cómo aclará agua turbia, qué hojas se queman contra lo zancudos ,cómo enfriá buro alunao, ónde poné los pies en un cerco e brotes, de qué modo limpiá un arbo cargao de arañas, qué hacé con la mancha e pericos que llegan con el verano, cómo se tuece el pecuezo a un gallo, de qué modo pelá un conejo, cómo decuatizá un cerdo, a quiera toman aguas las bestias, que palaibras se dicen contra un pájaro malagüelo, pa qué sirve la yerba de matagusano, cómo quitale el dijuerzo a un animá machiembrao, de qué modo ditinguí el güevo e paloma del güevo e culeirba, cómo hacé un collá con chiquititas flores de campanía… Miras pariba y sabes, Jutito, el tiempo o si va a llové. Sabes pónde cruzá el río, cómo cazá camarone, ónde econtrá la leña má seca, con qué ramas se techa una casa, cómo se hace un epantapájaro, qué yerbas comen los cuyes, de qué modo curá animale güenos pal hombe, cómo hacé diun calabazo una cabeza e muñeco, de qué modo cotá cañabrava, ónde hay jruta juera e su tiempo, cómo engañá a un chaucato imitando su canto, ónde encontrá pierecita e colore, cómo se hace un pitito con hoja de ficu, qué hacé con un nío e polluelo quia caído diun arbo en el camino. Pero tamién has aprendío, Jutito, a asutate con cosas de la noche. Sioye en la oscuridá el guito diuna lechuza y crees quiun animá malagüero le ta anunciando a alguien la muete. Un coquito suelta en la noche su canto inteminable y piensas que ta llamando pa llevate a un lugá deconocío onde vive el miedo. Crees quiun aleteo o un trustrus en la madrugá es diuna burja que llega a sembrá un daño incurable y de burla. Entonce tiemblas con ese suto tan grande que sientes lo niños po too lo que brota e la ocurrida… A tu edá tan chiquitita sabes cosas que tialegran y cosas de miedo que tiacen sufrí. Pero te farta aprendé mucho má. Cuando seas un hombe tendrás que enderezá elagua en los surcos, darle tu juerza a la tierra, aventá con cuidado la semía, etarte atento al depuntá de los brotes, perseguí duramente la malayerba, llevá como de la mano a las plantas pa que anieguen de jrutos la vida… Pero un día, Jutito, ya no podrás inclinate sobe la tiera y tendrás que dejá a los má juertes tu lugá de plantas, semías y surcos. Lo que tiabrán ido entregando día a día po tu trabajo, se luabrán llevá fácilmente los años, comuel viento se lleva las cosas que naa pesan. Entonce comprenderas que tas solo y pasarás lo días consumiéndote en silencio sobe una piera dialgún camino. O tal vez haya pa que arrees una yunta de bueye que jalen una carreta, unos bueye casi ciegos y tan viejos quiabrán tenío que dejá igual que tú lo surcos. Con unos cubos sobe la cabeza, irás al pozo diagua hondo y ocuro y regresarás a la casa del dueño de la carreta y los bueye: esa podrá sé una ocupación pa un hombre envejecío. Y llevando el agua, enderezándole el paso a los bueye o agarrándote dellos pa enderezátelo tú, irás depacio po lo viejos caminos sin que nadie tiapure, poque a la muete le da lo mimo que vaya depacio o ligero un hombre que ya ta mueto”.

Gregorio Martínez nos conducirá por la Tierra de caléndula. Siempre aguaitones, pero ya escaldados por Jutito, estaremos atentos a los momentos de alto lirismo que nos enrostran a la vuelta de cualquier camino. Aún escucharemos el Canto de sirenas, de amor y eros y sabremos que este rostro de hombre oscuro y múltiple es también de mujer …

Mientras Luis Fernando Vidal deja su póstuma visión en Sahumerio, y Miguel Gutiérrez vuelve a la vida los fantasmones de Hombres de camino, Cronwell Jara entra de bruces en las entrañas de la negritud: Babá Osaim, cimarrón, ora por la santa muerta, [9] es un libro de iniciación y abadía, de neófitos y santos: Barranzuela es un rey negro de la nada en la amazonía. Ogotommeli es un gramático cazador y ciego. Babalú-Ayé compite con Jesucristo por el uwengue, entendimiento sabio del pensamiento y la naturaleza elementales del mundo. Martín de Porras nos habla desde su infancia. Rosa de Lima muere y la llora Osaim el leproso. Fraicico es el mismo esclavo zambo que deslumbró a Francisco de Goya y Lucientes. La prosa de Jara es un río de árboles y serpientes. Las palabras son raíces y ramas. Los verbos, cortaderas. Los nombres se desnombran y se tiñen de otros sentidos: la piedra es hombre, el hombre es río, el río es viento, el viento, tiempo. En ese tiempo se sumerge el odio. En ese tiempo se desteje la trama del amor. Acabamos asombrados con el sabor del barro y de la arena en las bocas sedientas …

Releamos lo escrito. ¿Ésta el hombre oscuro con su baobab y su lanza en esas líneas? ¿Lo está en los nombres pronunciados? ¿No está, pero se lo presiente? ¿Está y no se le reconoce? Traslademos por un instante la atención hacia el lado proximal del microscopio: ¿Quién atisba? ¿Qué columbra? ¿Se sabe que se observa a sí mismo? Baltasar Gracián solía decir, en su prosa desmontada y torcida, que “visto un león, vistos todos los leones. Visto un hombre, visto uno, y sólo a medias”. ¿Se reconoce el pensador hablante en el oscuro hablado? ¿Visto un hombre negro, visto uno y sólo a medias? Y el hombre blanco ¿se reconoce en el negro?

Las historias oficiales suelen blanquear a sus héroes: Bolívar era llamado ‘zambo’ por sus detractores, y aparecen aclarado en las pinturas de sus panegiristas. Faustino Sánchez Carrión era un hermoso cholo. Todos recordamos aún la portada de la Guía Telefónica en su centenario: un hermoso hombre blanco nos observa desde la luz ámbar de su ámbito de cartón.

Ricardo Palma se dijo a sí mismo que ‘quien no tiene de inga tiene de mandinga’: él tenía un punto de mandinga. Enrique López Albújar tenía más de un punto. Nuestro conde de Lemos, Abraham Valdelomar, se estiraba los crespos con gomina y alcurnia. El patricio José Gálvez Barrenechea distraía su sangre con sinigual destreza en la elegancia.

¿Nos devuelve la mirada el hombre oscuro puesto en el microscopio? ¿Nos aceptamos hombres, así, sin adjetivos cromáticos? ¿Cómo nos percibimos?

Compartamos la siguiente lectura:
“…increíble que en Inglaterra, un país que había combatido con las armas el racismo nazi, renacieran prejuicios de esa índole. ¿Qué tenía un blanco que no tuviera un darkie? Por ejemplo, si él y yo, ahora mismo, nos hacíamos un corte, ¿no lucirían nuestras sangres indiferenciablemente rojas? ¿Acaso no podían un hombre blanco y uno de color simpatizar y entenderse como veníamos haciéndolo?

No había duda posible: para los ojos glaucos del carpintero, yo era un negro, una variedad dentro de ese conglomerado de tinieblas humanas -los ‘oscuros’ o, como púdicamente los llamaban todavía en los avisos de los periódicos los dueños de casas que solo querían inquilinos blancos, los ‘no europeos’- donde se confundían ugandeses, libios, jamaiquinos, sudamericanos y, sin la menor duda, griegos, españoles y portugueses. Para este limpio muchacho británico la humanidad se oscurecía al otro lado del canal”.
[10]

Demorémonos un instante. Releamos. ¿Quién habla? ¿Quién es el 'yo' de este inesperado par de párrafos? ¿Quién el negro, oscuro, no europeo que nos interpela?
Esta prosa pertenece al artículo Yo, un negro, que aparece en el segundo tomo de Contra viento y marea de … Mario Vargas Llosa, patricio provinciano, arequipeño, cochabambino, piurano, perleño, súbdito español, londinense…

¿Así que cualquiera de nosotros pudo haber escrito las líneas de arriba? ¿Persistiremos en nuestra torre de marfil? ¿No nos recuerda esto la parábola borgesiana de la muralla cuya primera atalaya es violeta y el color de la segunda difiere tan insensiblemente de la primera y de la tercera, y así sucesivamente, hasta la última que es de color marfil?

Las páginas precedentes han querido ser, a propósito, panorámicas y genéricas. He evitado adrede toda erudición bibliográfica para mejor navegar en nuestra historia literaria que, si lo es, es la historia de la conciencia humana.

24 de junio, 2007
en: Historia y Cultura 24
Revista del MNAAHP, Lima

[1] Comisión del Sesquicentenario de la Independencia. La poesía de la Emancipación. Colección Documental de la Independencia del Perú, tomo XXIV, Lima 1971, p. 101.
[2] Ricardo Palma. Tradiciones Peruanas, Aguilar, Madrid 1957, págs. 172, 264, 265, 294, 365-367.
[3] José Gálvez B. Calles de Lima y meses del año, IPC, Lima 1943.
[4] Manuel Beingolea. Cuentos pretéritos, Lima 1933.
[5] José Diez Canseco. Estampas mulatas, Lima 1938.
[6] José María Arguedas. El zorro de arriba y el zorro de abajo. Ed. Losada, Bs As 1971.
[7] Julio Ramón Ribeyro. Cuentos completos. Ed. Alfaguara, Barcelona 1994.
[8] Antonio Gálvez Ronceros. Monólogo desde las tinieblas. Ed. El sol, Lima 1975.
[9] Jorge Cronwell Jara Jiménez. Babá Osaím, cimarrón… Ed. Concytec, Lima 1979.
[10] Mario Vargas Llosa. Contra viento y marea 2. Ed. Peisa, Lima 1990.

Carlos Saavedra presenta sus Crónicas




Carlos Saavedra.
Crónicas apócrifas. De cómo trabajar en una transnacional japonesa y sobrevivir para contarlo. Ed. San Marcos, Lima 2008. XII caps. 323 págs.



1. Desde Herodoto hasta García Márquez, todo testimonio de época ha sido una crónica, a sabiendas o no. Ya no nos aturde, en la raíz de la palabra ‘crónica’, el nombre griego del latino Saturno, pero algo nos llega del sabor caníbal que Goya supo testimoniar en su terrible instantánea del dios filicida: Khronos, el Tiempo, devorando a sus hijos –hechos también de tiempo- porque tienen, mientras vivan, todas las potencias de la vida: crecer, multiplicar el mundo, poblarlo de gestos y de actos, tal vez inútiles, pero llenos de ese don que él ya había perdido: la esperanza. Quizás por eso tiene Saturno ese tan sentador verde bilis que Goya –español- tan bien conocía.

2. Ya no nos aturde este mito porque algún distraído creyó –en nuestro viejo castellano medieval- que la palabra ‘crónica’ se usaba toda vez que se debía enviar ‘un informe a su sacra, católica, real majestad’, es decir, un informe para la ‘corona’. Así lo entendió nuestro Waman Puma y anduvo treinta años con su Nueva Corónica (sic) bajo el brazo, por todos los andes centrales detrás de un terrible extirpador de idolatrías, y no se supo devorado por Albornoz, no se supo desgarrado por la iglesia, no se vio traicionado por Murúa que le quitó la esposa, no se sintió segregado por los curacas poqras que lo despojaron de sus casas y huertas. Así lo entendió también nuestro Garcilaso, devorado por la España racista que le quitó su nombre y lo arrojó a la lucha fraticida de las Alpujarras.

3. ‘Fue un hijo de su tiempo’, decimos, con elegante hipérbole, sin saber que estamos definiendo –al pie de la letra- la labor de existir: Sartre nos dice que nacemos a la existencia sin esencia de ser, y que a duras penas y con dolor –con algún espolvoreo de alegrías- llegamos a construir nuestra sustancia… en la puertas de la muerte. Y casi siempre –apunta Sartre- ‘en la puerta del horno se nos quema la hogaza’.

4. Este nacer para construir nuestra esencia, a cuya libertad ‘estamos condenados’, no nos obliga a cumplir el cometido. Entonces solemos pasar por la vida como esos “pájaros aborrecidos” de Pedro Malca, “sumergidos en una especie de nada”. Y perdemos así ese “infinitesimal instante de un segundo de comprensión de nuestra real naturaleza, que es la vida” (p.197). ¿Y podemos dar testimonio de esos instantes, en mí y en los otros, sin perder ese infinitesimal momento?

5. En su cariñosa dedicatoria Carlos Alberto Saavedra se define cronista. Es entonces un testigo –y un hijo- de su tiempo. Como tal, se expone al apetito de la historia –tenue disfraz con que el lobo del tiempo nos engaña con su cara rubicunda de niña dulce protegida por la roja caperuza de la civilización. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, escribe con orden lo que ve y escucha. Un cronista conduce a su lector a mundos a los que jamás podría haber accedido si no hubiese dejado las migas de Pulgarcito en cada recodo de camino y al albur de los “aborrecidos pájaros” que, las más de las veces, se llevan el testimonio en el pico de la indiferencia.

6. Ese es, entonces el valor de un cronista: estar último en la fila para dejar su testimonio vivo y rutilante. Y ese es el valor que le otorga la historiografía contemporánea. Esa es la importancia que tiene toda crónica como repertorio de usos y costumbres, bienes y relaciones, objetos de su tiempo.

7. Carlos, el entrañable amigo que nos convoca esta tarde, dedicó cuarenta años vividos “in the belly of the whale” para rizar el rizo con estas memorias. De su estilo depende referir el hospedaje del monstruo como el trágico Jonás hebreo, como el ético cazador Ahab, el capitán de Moby Dick, o como el afable, zumbón y melancólico Gepetto de Collodi.

8. Esta aventura de un joven que logra por sus méritos llegar a ejecutivo y en el camino adquiere la sutileza para conocer afinidades y divergencias, simpatías selectivas y, siempre, una mirada inteligente para contrastar las culturas peruana y japonesa tiene estilo. Con el tono trágico de Jonás relata los años en que él y sus congéneres fueron engullidos por el monstruo transnacional; con el épico de Ahab, da cuenta de hazañas imaginarias y reales, paridas o abortadas, ‘mar adentro de la frente’, que diría Alfonso Reyes; con el tono melancólico y satírico del abuelo de Pinocchio nos acerca a la humanidad de sus colegas, compañeros de ruta y de sí mismo.

9. De la épica a la comedia hay una gran elipsis que Carlos –tramoyista y acróbata- pasa como el vuelo del cóndor: tan pronto nos suspende por la suerte de un ejecutivo raptado, como ya nos está haciendo el comentario ácido -y no obstante cariñoso- de su compañero. El lenguaje es coloquial y diáfano, con inteligentes irrupciones de la segunda persona en el discurso del narrador, para dar inmediatez a la idea.

10. Duros gerentes y rozagantes damas, delicados alcohólicos de débil carácter y mano de hierro; un Fausto de la tercera edad bebiendo el aire tras nínfula Margarita, bromistas y escaladores, se disponen en estas páginas como se asienta el color en los grabados de madera del Ukiyo-e, pero algo nos dice que, tras este variopinto testimonio, una delgadísima película de nostalgia hace contrapelo -en un ‘muaré’ que tan bien sienta a la prosa ágil y precisa del memorioso don Gato- y que, con estas páginas, se despide de sus seis vidas anteriores, e inicia -sobrio y juvenil- la sétima, en la que nos revelará ya no sé qué nuevas aventuras. Que sea muy larga esta vida. En torre de marfil y de altas atalayas, Carlos … Que mirar de luengo ya es tocar este mundo, Patronio.


VH / 19, ene 2008

Curriculum vitae

Formado en Filosofía y Antropología. Con experiencia en ediciones, especialmente en el área de ciencias humanas y sociales, biológicas y naturales. Eventos y promoción cultural: cine, galerías de arte, museos. Redacción integral, científica y humanista. Estilo y traducciones.


I. PREMIOS LITERARIOS

Premio Copé 2000 XI Bienal de Cuento PETROPERU

Premio Copé 1998 X Bienal de Cuento PETROPERU Tercer puesto

Premio Nacional Cuento de las mil palabras. Revista Caretas 1998

Finalista en el concurso Rulfo de la RTF, Paris. 2000

II. PUBLICACIONES

Editor

Edición, redacción y corrección de estilo de la revista Conservatorio 15 del CNM, dic. 2007

Corrección de redacción y estilo del informe Historia de un soldado, del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, set. 2007

Investigación y redacción de la prepublicación San Mateo de Otao: tradición e identidad histórica. Municipalidad de Otao / Escuela de Turismo de la Universidad Ricardo Palma, oct. 2006.

Investigación y edición de la prepublicación Chazuta. Paisajes del alma. Aid to Artisans (ATA: from maker to marker), jul. 2006.

Informe para el Consejo Nacional del Medio Ambiente (CONAM)
y el Instituto Geofísico del Perú (IGP): Impacto y cambio climático, feb. – jul. 2005

Revista Cuadernos de Música
Coeditor
San Borja; nº 1 – 10
1996 – 2008

Revista Cultural La Casa de Cartón
Codirector
Lima, Época II, 1 al 25
1980 – 2005

Revista de Antropología e Historia Inkarrí
Codirector
Universidad Nacional Mayor de San Marcos UNMSM
1975-1976

Qilka. Revista de literatura quechua
Departamento de Lingüística
UNMSM
Editor y codirector
1974 - 1985

Artículos y ensayos

Hawking, breve historia de la física
El Comercio 16/06/2004

Se busca vivo y cierto: el transformador social
El Comercio 09/06/2003

Borges y nosotros: A través de los Andes
Revista Casa de Cartón
Época 2, nº 16. Lima, 2002

Beethoven: la dignidad de los astros
Revista da Barra Tijuca
Año 10, nº 36. Rio de Janeiro, 2001

Nosotros, los negros
Revista Historia y Cultura
Nº 24 – Museo Nacional de Arqueología, Antropología e
Historia del Perú. 2001

Vallejo: libro, bosques, vida
Revista Prisma II
Nº 17. Buenos Aires, 1998

Proust: el tiempo resucitado
El Comercio
20/05/97

Ñawpa pacha
Prólogo para el Atlas del vestido peruano Pasñita
Ed. Alondra ediciones, Lima 1996.

Descartes: cuatro siglos de gloria
El Comercio 10/11/1996

Borges a través del espejo
El Comercio 24/08/1996

Árbol: voces, confín y cifra
El Comercio 05/04/1996

Vallejo: poeta del amor y la ternura
Ensayo para la revista Cobre de Centromín
Lima 1992.

III. ESTUDIOS

Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Lima, Perú
Estudios Superiores de Psicología
1964 – 1971
Estudios Superiores de Filosofía
1969 – 1975
Estudios superiores de Antropología
1973 - 1980

IV. EXPERIENCIA PROFESIONAL

Profesor titular de Filosofía y Literatura e Historia
Colegio San José Maristas Callao
1978 - 2005

La Historia como ciencia social
Curso del Instituto Nacional de Cultura
Callao
1990 – 1991

La Literatura Barroca Castellana en América
Facultad de Educación de la Universidad Particular
Garcilaso de la Vega
Lima
1987

Historia de las Ideas en América Latina
Cursillo de la Facultad de Filosofía
UNMSM
1985

Lengua Latina
Programa Académico de Lingüística
UNMSM.
1980 – 1983

Antropología Filosófica
Universidad Femenina deLima
1977 – 1978

Lengua griega I
Programa académico de Lingüística
UNMSM
1978 - 1980

Antropología Filosófica
Instituto Normal Superior de Monterrico
Lima
1974 – 1976

Traducciones

Demain je partiré…Victor M. Hugo
Traducción para el Centenario de Víctor Hugo
Revista Postdata.
Año 13, nº 36, México, 2004

Serenata criolla de Shakespeare
Ensayo y traducción para la revista Cuadernos de Música
Año 4, nº 5. Lima. 2002

Three Cantares. Ezra L.Pound
Traducción para la revista Casa de Cartón
Ano 7. nº 14. Lima,1995

Lyric Anthology. ( 25 poems)Ezra L. Pound.
Traducción para la revista Laberinto ( PUCP)
Año 1, nº 2. Lima, 1990

Voces do mar…Antero do Quenthal
Traducción para la revista Cuadernos Trimestrales
Año 22 nº 51. Trujillo 1985

Sed non satiata, Charles Baudelaire
Traducción para la revista Postdata
Año 4 n° 13 México 1981

Soneto alegórico de si mismo, Stephan Mallarmé
Traducción para la revista Postdata
Año 4 n° 11 México 1981

Chamber Music, poem xxxiii, James Joyce
Traducción para la revista Postdata
Año 3 n° 8 México 1980

Maypim tupamunki…Anónimo quechua colonial
Traducción en la revista Los Pueblos
Año 2, nº 6. Chosica, 1980

Tercer acto del drama Ullantay
Edición y traducción quechua - alemán – castellano
Revista Qillka
1978

Poundi Horatius Ligurinam
Traducción en la revista Juncalí
Universidad Nacional de Trujillo - UNMSM
Año 2 n° 3 1976

Titus Lucretius Carus
Ensayo y traducción en la revista Juncalí
Universidad Nacional de Trujillo - UNMSM
Año 1 n° 1 1975

Jurado

Jurado en el Concurso Literario “Le Petit Prince”
Gobierno de Québec-Embajada de Francia
Comité Saint Exupéry- Universidad Ricardo Palma
Junio 2000

Jurado en el Concurso de narrativa inglesa
Ciclo avanzado. Centro Cultural Peruano Británico
2002

V. EXPOSITOR

Eventos internacionales

“La plástica hispanoamericana”
Conferencias en la Casa de las Américas – La Habana
Enero 2004

“La literatura de la lengua castellana”
Cursillo en el Instituto del Libro de la Habana
Enero 2005

“América, alma, mito”
Conferencia en la Universidad Nacional Autónoma de México
Diciembre 2005

“Latinoamérica, Hispanoamérica, Panamérica”
Conferencia en la Universidad Nacional Autónoma de México
Diciembre 2005

Eventos nacionales

"Nueva estética de la plástica contemporánea"
Taller de la ENSBAP
Oct. 2006, jun. /set. 2007

“Quechua restituido”
IV Congreso Nacional de Investigaciones en Antropología
Universidad Nacional Mayor de San marcos y Pontificia Universidad Católica
1-6 agosto 2005

“Cultura Musical y Educación por el Arte”
Universidad Ricardo Palma
Septiembre 2005

“Vida y obra de Alfonso de Silva”
Universidad Ricardo Palma – Instituto Nacional de Cultura Callao
Diciembre 2004

“El Negro en la literatura peruana”
Seminario La presencia de los Negros en el Perú
Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú
Diciembre 2000

Curso "Lengua, Literatura y Realidad Latinoamericana”
Proyecto “Brooklyn Internacional Program in Perú” - Idiomas y Cultura (PROED)
Enero 2003-2004

Seminario de Gramática generativo-transformacional:
"Introducción a Noam Chomsky”
Escuela de Altos Estudios. Proyecto “Brooklyn Internacional Program in Perú” - Idiomas y Cultura (PROED)
2002-2005

Conversatorio "Las Plazas en el Perú”
Instituto Nacional de Cultura – Callao
Julio 1998

“Idiosincrasia chalaca: frente al mar”
Ciclo de conferencias Expediciones a Oceanía desde el Perú
Instituto Nacional de Cultura – Callao
Mayo 1997

“Antología del Perú: El Callao en la literatura peruana”
Ciclo de recitales Jueves de Café Literario
Instituto Nacional de Cultura
Febrero 1997

“Taller de Apreciación musical”
Biblioteca Provincial del Callao
1996 – 1999

“Curso avanzado de pintura”
Biblioteca Provincial del Callao
1996 - 1999

“Seminario de Gnoseología y Epistemología II”
Proyecto “Brooklyn Internacional Program in Perú” - Idiomas y Cultura (PROED)
1996

“Vallejo: cosmovisión poética y filosofía”
Conferencia en el Club departamental Libertad
Marzo 2005

“Las Escuelas Norte y Sur de la pintura china”
Conferencia en el Teatro de la Comedia
Sociedad de amistad sino – peruana
Octubre 2004

“La Costa peruana en las crónicas renacentistas”
Instituto Nacional de Cultura – Callao
Marzo 1994

“José Bernardo Alcedo y Mozart”
Conferencia en Instituto Nacional de Cultura del Callao
Julio 1993

“Apreciación musical e historia de la música”
Celebración del Día Mundial de la Música
Instituto Nacional de Cultura – Callao
Junio 1992

“Vallejo: libros, bosques, vida”
Inauguración de la Biblioteca Aula Vallejo de Santiago de Chuco - La Libertad
Mayo 1992

“Alfonso de Silva: pasión y símbolo”
Conferencia en el Teatro de la Comedia
Instituto Nacional de Cultura del Callao
Abril 1992.

“Vallejo: signo y realidad”
Ciclo de conferencias en la Universidad Nacional de Trujillo
Marzo 1992

“Mozart, Italia, y Bernando Alcedo”
Semana de homenaje al Bicentenario de la muerte de Mozart
Instituto Nacional de Cultura – Callao
Diciembre 1991

“Nuevo enfoque de la literatura latinoamericana”
II Seminario de lengua y Literatura
Colegio Estatal Julio C. Tello Nº 6023 – Lurín
Octubre 1990

“ Historia del Callao: de Waman Puma a la Independencia”
Instituto Nacional de Cultura – Callao
Agosto 1989

“II Seminario de actualización docente en Lenguaje y Literatura”
Dirección de Educación Secundaria del Ministerio de Educación. Marzo 1988

VI. MEMBRESÍAS PROFESIONALES

Miembro de número del Círculo de Investigaciones Históricas del Callao
1995-2008

Miembro fundador Asociación CasaMar–Callao
Abril 2005

Sociedad Cultural Último Jueves
Clínica Ricardo Palma
Asesoría
San Borja, Lima.
1996 – 1999

Comisión Centenario de César Vallejo
investigación para el Dr. W. Delgado
Curaduría
1992

Cineforum Gaviota Cultural
Fundador
Callao
1988 – 1992

Sociedad Peruana de la Guitarra
San Borja, Lima
1985 – 2008

Instituto Nacional de Cultura
Asesoría en literatura, arte e historia
1985 – 2008

Seminario de Historia Rural Andina
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Investigador en etnohistoria
1980 – 1990

Instituto Riva Agüero – Escuela de Altos Estudios
Pontificia Universidad Católica del Perú
Investigador en folklore y arte popular. 1981 - 1985

VII. IDIOMAS

Quechua literario colonial. Inglés integral. Lectura fluida del francés, italiano y portugués. Estudios de lengua árabe.

mis tres amores





Alma Valeria












Verónica Jasania












Sofía Alejandra

Proust: el tiempo resucitado

Misteriosa pasión la que nos lleva a buscar en la memoria aquello que cuando fue presente no supimos- no pudimos - aquilatar en toda su riqueza.Este puede ser el caso de la infancia, pero es tambien, con frecuencia, el de la infelicidad. Ese traje aislante quer nos separa del mundo, y nos deja en el mismo lugar en que lo abordamos, estragados y burlados.

Más misteriosa aún, la que nos lleva a la literatura, ese desesperado intento de hacer un presente sin fondo con todo lo recuperado del olvido. Esta lucha denodada contra el olvido, constituye el tema medular de la obra toda de Marcel Proust.

Nacido en París el l0 de julio de l87l y criado en la campiña bretona. Hijo de Adrien Proust, el médico que aisló el bacilo del cólera, y de una madre judía que lo llenó de mimos y cuidados, Marcel vivió los estertores de la Europa de la belle époque, ese delicado contrarrenacimiento en el que se apagaban, uno a uno, los más claros ideales.
Frágil, no tardó en descubrir los placeres de la observación y la contemplación: compensación de sus crisis de asma desde los nueve años, origen de la finísima calidad de sus análisis psicológicos que, lejos de hundirse en la inactividad, instauran una nueva dimensión para la introspección emocional. Extiende los brazos hacia los dorados capullos de ranúnculos que amaba por su nombre de príncipe de cuentos de hadas y se solaza con el aroma del bizcocho remojado en el té.


Luego, mucho más tarde, ese espiritu de fineza lo hará capaz de reconstruir toda su infancia a partir de ese aroma, en un alarde de estilo que terminará fundando la prosa narrativa del siglo veinte.

Muertos padre y madre, desarrolla una peculiar hiperestesia que lo llevará alternadamente al llanto inconsolable y a a la pasión extrema. Esto no impide que goce el mundo como sólo él sabe hacerlo. De una sólida cultura clásica, retruca con fino humor al Hesíodo de Los trabajos y los días y edita, justo hace cien años, en l896, su primer libro de relatos: Los placeres y los días.

En él hallamos un cuento titulado Final de los celos, germen de Por los caminos de Swann, historia de su admiración por Charles Swann, vecino y amigo de sus padres, que caerá en desgracia por su amor exacerbado a Odette, cortesana con la que tendrá a Gilberte, de quien se enamora el narrador.

Es el primer tomo de su magistral saga En busca del tiempo perdido, que saldrá a luz en l9l3, vísperas de la Primera Guerra Mundial. Acabada la guerra, logra la ansiada consagración con el premio Goncourt a su segundo tomo: A la sombra de las muchachas en flor (l9l9). Los éxitos ya no se hacen esperar. Aparecen Del lado de Guermantes (l92l), historia de la corrupta familia Verdurin, donde Swann conoció a Odette y tercer tomo de la saga. Sodoma y Gomorra, descripción puntual y cruel de la sordidez de su época (l922).

Después de su muerte por pulmonía, en noviembre de l922, aparecerán los tomos más íntimos y ricos, en ese sincero desgarrón del alma que fue el tercer ciclo dedicado a Albertine, gran amor y dolorosa pasión del narrador: La prisionera, su enfermizo noviazgo y matrimonio con Albertine.

Albertine desaparece, la huída de Albertine abandonándolo y , el sétimo y más glorioso tomo: El tiempo recuperado, en el que encuentra, al remojar nuevamente el bizcocho en el té, la memoria íntegra, profundamente dulce y pormenorizada de su madre llevándolo a visitar la granja de su admirado Swann. El recuperado beso de la madre muerta, el aroma de las hierbas de los ranúnculos a orillas de las calmadas aguas de sus cuentos de hadas...y la más delicada paz al descubrir que ese recuerdo y ese paisaje son él mismo, están en él, como en la semilla el árbol.

Decía Beaudelaire que el genio no es sino la infancia recobrada a voluntad. Y el mismo Proust, que los libros son hijos de la oscuridad y del silencio.

¿A quién nos recuerda Proust? Ciertamente, al buen Balzac, y más atrás, al señor de Montaigne, que inventó la sinceridad del ensayo...Pero, acercándolo a nuestro corazón, ¿no está acaso en el delicado Eguren? ¿En nuestro melancólico Valdelomar? ¿No lo sorprendemos también en el solitario Martín Adán de La casa de Cartón.?

Víctor Hugo Velázquez Cabrera.
Julio 1996

Titus Lucretius Caro

Es muy poco lo que conocemos de la vida de Lucrecio. Sabemos que se alocó al beber una poción amorosa, que escribió su poema en intervalos de cordura y que finalmente se suicidó. Ciertamente hay pasajes en su poema que muestran una preocupación poco común por la muerte, y lo que nos ha llegado de su trabajo está claramente inconcluso.

El De Rerum Natura es un largo poema didáctico en el que nos instruye sobre el mundo y sus leyes secretas, fiel a la teoría del universo sostenida en Grecia, hacia el siglo V aC. por Leucipo y Demócrito, y aceptada luego por Epicuro: todo en el universo está sostenido en su estructura por infinitos átomos en movimiento en un espacio vacío. Infinitos átomos en número, finitos en variedad, indestructibles e indivisibles, atraviesan velocísimos todo lo existente.

La poesía, para Lucrecio, fue secundaria a esta misión. Fue -para usar sus palabras- la miel en el brocal de la copa para apagar la amargura del ajenjo. La teoría atómica es difícilmente materia apropiada para poetizar, y Lucrecio tiene que evadir aquí y allá las dificultades de sus ardua tarea.

De resultas, hay largos y áridos pasajes de cerrados y razonados argumentos que, salvo por el metro, son más bien prosa y no poesía. Aún así encontraremos inusitados trozos cargados de rara belleza:

¿ No puedes ver los átomos moviéndose en un trozo de roca?
Si divisas hacia lo hondo de un valle un rebaño pastando,
sólo ves la blancura de una nube que lenta se desliza
sobre la falda verde de la colina, y sin embargo sabes
que en la lejana masa de sólida apariencia
hay ovejas pastando, carneros sueltos, mansos corderos,
tercamente empeñados en un movimiento interminable...

Abundan, además, las comparaciones similares extraídas de la naturaleza o de la vida humana. Para mostrar como la religión ha sido la causa de muchos males, narrará la historia de Ifigenia, que llevada a Aulis por su padre Agamemnón para desposarla con Aquiles, llega en verdad sólo para ser sacrificada a Artemisa, según han tramado los sacerdotes, por lograr una venturosa partida de la flota griega a Troya:

1, 84-101. Tan pronto como le hubo sido atada la cinta
a sus vírgenes bucles cayendo hacia los lados
y sobre las mejillas,
tan pronto como vio a su angustiado padre
de pie junto al altar,
los sacerdotes cerca sosteniendo la daga,
la masa de los hombres clamando al contemplarla,
muda en su gran espanto,
rodó por los suelos...
de nada le valía en ese cruel momento
a la infeliz doncella haber sido primera
en nombrar a su rey con la palabra padre:
Sostenida por manos inclementes fue llevada,
temblorosa y sentida ante el altar,
no para que después de la debida
ceremonia de los ritos sagrados
fuera a ser escoltada
con los claros himnos de la boda,
sino porque, en el exacto momento de la entrega,
caería, dolida y pura víctima,
bajo el puñal blandido por el propio padre entristecido,
para lograr fortuna y propiciar los vientos
al zarpar hacia Troya las negras naves de la flota griega.
A esta laya de males nos puede conducir la religión



Tal vez los pasajes más bellos sean aquellos que se refieren a la muerte. Lucrecio ha demostrado con veintiocho tesis que la muerte es la meta y el fin de todo lo existente y por lo tanto no debe ser temida. Pero sus argumentos no previenen sus sentimientos ni su simpatía con el verdadero dolor ante la muerte: el sufrimiento que cae, no sobre quien ha muerto, sino sobre aquellos que quedan atrás:

iii, 894-908 Ahora, ahora - dicen- ya no te esperará ningún hogar dichoso,
ni tu agradable esposa, ni tus dulces pequeños
se apurarán a darte el primer beso del día
y a mover tu corazón con silencioso gozo.
Pero no añaden: - ni habrá en ti ya más ningún deseo de esto -
Si los hombres vieran esto claramente y siguieran sus palabras,
¡ de cuantos temores y angustias librarían sus pechos!.
Tú, por cierto, en cuanto estás dormido en muerte,
por el tiempo que resta estarás libre de amargas aflicciones.
Pero mientras te vuelves cenizas en la pira,
lloraremos sin fin y no habrá día
que en su mañana lleve
el eterno dolor de nuestros corazones.


Hay en este poema un ardiente intensidad que atenúa sus muchas faltas. Aun cuando Lucrecio intenta destruir la fe de los hombres en el poder de los dioses, en su insistencia por demostrar las leyes que rigen lo creado, crea un nuevo dios para sí mismo, un dios que se acerca más a nuestra idea de divinidad que los dioses del Olimpo que él mismo destrona. Aún cuando ataca lo que parecen ser los fundamentos de toda religión, escribe con celo religioso sin igual que no se ha repetido en poeta pagano alguno.

El De Rerum Natura, el Origen de las Cosas, no será el más perfecto poema que se haya escrito, pero es, que duda cabe, uno de los más grandes.

Víctor Hugo Velázquez Cabrera

Borges entre nosotros

I- Borges a través de los Andes

En 1923, J.L.Borges, el ultraísta de 24 años, nos hablaba, en el poema Inscripción sepulcral (1) del bisabuelo, el coronel Isidoro Suárez que “dilató su valor sobre los Andes” e “impuso en la llanura de Junín/ término venturoso a la batalla/ y a las lanzas del Perú dio sangre española”... Bisabuelo que “ahora es un poco de ceniza y de gloria”.

Hacia 1934, a los 35 años, intentará retener (what can I hold you with) el amor de Beatriz Webster de Bullrich en el segundo de los Two English Poems, ofreciéndole, entre otros tesoros interiores: “mi abuelo materno...dirigiendo la carga de 300 hombres en el Perú, ahora ya fantasmas sobre evanescentes caballos (vanishing horses)” (2).


En 1953, a los 54 años, ante una delicada filigrana poética en la que el abuelo “pensaría que para él había florecido esa rosa: La encarnada batalla de Junín”, irrumpe en el poema la voz del propio abuelo: “qué importa mi batalla de Junín si es una gloriosa memoria, / una fecha que se aprende para un examen o un lugar en el atlas...” la batalla es eterna y puede prescindir de los ejércitos, continúa el abuelo: “Junín son dos civiles que en una esquina maldicen a un tirano, / o un hombre oscuro que se muere en la cárcel”(3). Eran los felones años de la dictadura de Perón.


En el poema Cosas, entre todo aquello que “nadie mira, salvo el Dios de Berkeley”, aparece “el eco de los cascos de la carga de Junín, que de algún eterno modo no ha cesado...”(4) Borges tiene ya 70 años. A los 75, recordará al coronel Suárez en “esa batalla que torció el destino de América”: Junín, resplandeciente como un sueño.”(5)


También recordará, en La suerte de la espada, “el caballo y las luchas del desierto/ San Carlos y Junín, la carga última...” Y entre sus Talismanes habrá “un mate con un pie de serpientes que mi bisabuelo trajo de Lima” (6).

Bien podemos decir que a lo largo de medio siglo, Jorge Luis Borges ha venido reclamándose como descendiente de Junín y reputándose de peruano por la sangre materna. ¿Retórica de buen cuño? Veamos lo que dice a los 77 años:

El Perú

De la suma de cosas del orbe ilimitado
Vislumbramos apenas una que otra. El olvido
Y el azar nos despojan. Para el niño que he sido
El Perú fue la historia que Prescott ha salvado.

Fue también esa clara palangana de plata
Que pendió del arzón de una silla y el mate
De plata con serpientes arqueadas, y el embate
De las lanzas que tejen la batalla escarlata.

Fue también una playa que el crepúsculo empaña
Y un sigilo de patio, de enrejado y de fuente,
Y unas líneas de Eguren que pasan levemente
Y una vasta reliquia de piedra en la montaña.

Vivo, soy una sombra que la sombra amenaza,
Moriré y no habré visto mi interminable casa. (7)

Y a los 78, en la hermosa dedicatoria de su Obra poética completa a su madre, con la que compartió “la carga de los húsares del Perú...”
O a los 82 años, en el misteriosísimo poema El forastero, en el que un sacerdote shintoista dice:

Esta mañana nos visitó un viejo poeta peruano. Era ciego.
/ Desde el atrio compartimos el aire del jardín y el olor de la tierra húmeda y el canto de aves o de dioses.
/ A través de un intérprete quise explicarle nuestra fe.
/ No sé si me entendió.
/ Los rostros occidentales son máscaras que no se dejan descifrar.
/ Me dijo que de vuelta al Perú recordaría nuestro diálogo en un poema.
/ Ignoro si lo hará.
/ Ignoro si nos volveremos a ver
.” (8)

La encarnada batalla de Junín; esa “vasta reliquia en la montaña”: Machu Picchu; la Lima de los libertadores; el “poeta peruano ciego”; la “vuelta al Perú”; el “poema ignorado”...¿no son formas del amor que nos vienen desde el fondo de los tiempos, en la vasta palabra de nuestro grande Borges?

Sabemos, con certeza, que una tarde de noviembre de 1978, el pintor Fernando de Szyszlo recibió a Borges y a María Kodama en su casa a cenar. Estaban Blanca Varela, Silva Santisteban, Vargas Llosa, Carlos Germán Belli y Javier Sologuren. Hablarían de la tarde más que tibia, del eterno misterio que es la poesía, que a los hombres nos es dado vislumbrar entre nieblas... Como una cortesía para la Kodama, Belli diría que Sologuren conoce la interminable poesía oriental. Se hablaría del Yi Ching, del Tao Te Ching, del Zen, de los haikus, y se haría alguna tangencial mención de la miopía y la serena ceguera compartidas...

¿Surgiría el poema El forastero de esa conversación? ... “Moriré y no habré visto mi interminable casa”... “Yo también soy peruano”, dijo en una de las últimas entrevistas ... La similicadencia de los nombres Eguren-Sologuren habrían instalado la empatía...¿Quién es el “viejo poeta peruano ciego”?... Sologuren tenía 56 años, Borges 79...¿las líneas de Eguren “pasarían levemente”, poniendo una piadosa neblina sobre las duras palabras que Vallejo le dirigiera en la década del ’20, y que alguien le leería hacia 1973?(9) ...”No conozco a Vallejo”, diría en una entrevista, “más bien recuerdo unas líneas de Eguren...”

El Perú: casa, morada, latido, rumor en la sangre de nuestro Borges...Borges, nacido en Buenos Aires, ciudadano peruano por la magia de la sangre y la palabra.


II. Borges a través del espejo


Dice mi querido amigo Hugo Manrique Gálvez que en Ginebra, en el cementerio de Pleinpalais, margen izquierda del Ródano, bajo un ciprés, encontraremos una tumba en cuya lápida
hay dos inscripciones en lengua anglo-sajona. Son dos misteriosas invocaciones:

Jorge Luis Borges l899-l986 "And ne forhtedon na"
('y no temieran nada', Balada de Maldon, del s. X).

Y en la cara posterior de la piedra blanca:

"Hann tekr sverthit Gram ok / legger i methal theira bert"
('él tomó su espada Gram, y colocó el metal desnudo entre los dos', de la noruega Völsunga Saga 27, del s. XIII.)

Y unos nombres bajo la cita antigua, que nos traerán a las mentes personajes que conocemos desde El Aleph y El libro de arena: "De Ulrica a Javier Otárola".

¿No es éste el hombre del suburbio del Buenos Aires de l89l que comprende, antes de morir, que desde el principio ha sido traicionado, que le han permitido el amor, el mando y el triunfo, porque ya lo daban por muerto?
¿Qué hace el nombre de la única mujer de una historia amorosa de Borges suscribiendo una escritura hecha para invocar a dioses medievales que moran más allá del ruego?

Veintidos años han transcurrido desde la muerte de este maestro de la literatura mundial y ciento nueve desde su nacimiento en el sur del planeta. Llevó en su sangre
la discordia de todo americano desde nuestro Garcilaso: la lealtad a una Europa fatigada, cuyos paisajes vieron crecer a sus antepasados, y el amor a una América que aún amanece y no sabe darse tiempo para escuchar las voces de sus mejores hijos.

Envuelto en la dorada sabiduría de las bibliotecas, amó la simpleza de los humildes y marginales. Enamorado del coraje y la aventura, paseó su sombra por repetidas calles de paredes rosadas en las que se aburrían almacenes iguales.

Eximio nadador de ríos, navegó atlas diversos y ciudades que siempre fueron para él las mismas. Maravillado por los colores de la tarde, de los mapas, de la varia pintura que le ofrecían los libros, se hundió en la penumbra de una ceguera que lo acompañó más de tres décadas.

Refinado latinista, se solazó en el grueso lunfardo de compadritos y malevos. Devoto traductor del judío Kafka, rastreó los orígenes de las lenguas germánicas más allá del Beowulf, las kenningar y las runas.

Obsesionado por los tigres, los cuchillos, los espejos, escudriñó el budismo, que enseña que todo lo sensible es ilusorio. Admirador del álgebra y sus complicaciones, construyó laberintos no menos laboriosos.

Delicioso arabista de Las mil y una noches, cantó a Israel cuando la guerra de los Seis Días.
Rendido a la perfección de Cervantes y Shakespeare, no escribió una sola novela ni un drama ...

Y es que Borges, todo él, es una gloriosa contradicción. Siempre está en lo otro, en lo que ocupa su conciencia, en el objeto de su amor, de su pasión. Como un Midas metafísico, convierte en oro, en Borges, todo lo que toca. Como en la arquería zen, él es el arco, él la flecha, él el blanco. Siempre está allí donde arroja su mirada: es el espejo, es la imagen en el espejo, es el habitante del espejo.

No es casual que Jacques Lacan haga referencia a él en sus Escritos (París,l966) : El estadío del espejo como formador de la función del yo.

Borges nos reconcilia con el universo que habitamos, pero lo hace poniendo una misteriosa seña, una indescifrable runa para recordarnos nuestra limitación y pequeñez. Teje su laberinto de afuera hacia adentro y nos espera en su soledad central para mostrarnos su rostro, que es el rostro de todos y cada uno de nosotros. Por eso, Bertolucci al llevar al cine su cuento Tema del traidor y el héroe ( Ficciones, l944) lo tituló: La estrategia de la araña (Roma, 1970).
Arroja los objetos más diversos en una heteróclita dispersión cuyo común denominador es él. No fue por azar que Foucault escribió, intrigado por Borges, su libro Las palabras y las cosas (París, 1970).

Un triste compadrito del Buenos Aires de l890, sin más virtud que la infatuación del coraje, recibe, erudito, en un idioma que no hubiera comprendido, un epitafio ginebrino en l986. Nuestra vanidad y nuestra nostalgia -diría Borges- han armado una escena imposible.

Así será, Borges. Has muerto, se confunden nuestros tiempos, la cronología se pierde en un orbe de símbolos, y de algún modo es justo decir que te hemos amado y tú lo has aceptado.

Notas:
(1) Fervor de Buenos Aires. 1923.
(2) El otro, el mismo.1964,
(3) Ibid.
(4) El oro de los tigres.1972.
(5) La moneda de hierro. 1976
(6) Ibid.
(7) Ibid.
(8) La cifra.1981.
(9) Vallejo, César: Contra el secreto profesional. Lima, Mosca Azul, 1973.

Víctor Hugo Velázquez Cabrera
2008

LA ALONDRA: serenta criolla de Shakespeare

¨Mañana que me vaya...¨ se lamenta
un Romeo rural cantando a ratos...

César Vallejo



Hacia l550 el piamontés Mateo Bandello fijaba en sus Novelle, para siempre y sin saberlo, el modelo de amor que muchos años después llamaríamos ¨romántico¨. Calcando sobre la pareja grecolatina de Pyramo y Thisbe, nos daría noticia de los amores trágicos de Giulietta Capuletti y de Romeo Montague.


Claro que para que hablemos ahora, cinco siglos después, de esa pasión, fue necesario que Shakespeare vistiera a estos jóvenes con esa finura psicológica y esa belleza poética tan suyas y que todos le agradecemos. Su drama Romeo y Julieta habría sido redactado en l595 y fue publicado en l597.

Desde entonces mucha tinta ha corrido y los nombres de esta pareja se han vuelto paradigma de la pasión y del desencuentro amoroso. Anotemos también, de paso, que su dosis hay de amor-martirio, visiblemente inspirado en el amor udrí , aquella virtud de la teología musulmana que otorgaba el paraíso inmediato a quienes morían de amor, y tan influyente en el pensamiento prerrenacentista italiano desde los tiempos del mismísimo Dante, y en la poética provenzal.

Luego de un breve olvido, el romanticismo del siglo XIX volvería a considerar el destino de estos amantes, ya bajo la óptica del yo anhelante de infinito. Hacia l870 Tchaikowski repensaría este amor en una bellísima fantasía obertura.

Pero, también las artes menores reflejan el proceso de una sociedad, y quizás con más precisión que las grandes artes, que deben conglobar, cifrar y sintetizar. Así , el romanticismo se expresó en las sinfonías, pero también en los lieder; en las óperas, mas también en las serenatas. Cunde su fórmula rebelde y tormentosa por toda Europa. Hacia l830 está instaurada en América y en l850 ya campea en Lima.

Una pléyade de poetas surge bajo el signo de Schiller y Byron. La bohemia de Lima cuenta , entonces, entre sus cofrades tanto al vate lacrimoso como al pensador sereno. Al lado del pintoresco bufón aparece el enamorado cantor. Hay serenatas por doquier. Junto al gusto ramplón se siente el aroma exquisito del buen vino: Se traduce a Virgilio pero también a Byron. Se parafrasea al Dante pero también a Shakespeare.

Arnaldo Márquez (l832-l903) es uno de estos elegidos de las musas: limeño, pensador, inventor, poeta y excelente traductor. Su fino oído lo guía y enriquece la lengua cotidiana, tanto en la soledad de su estudio - Darwin, Spencer- como en la bohemia lírica y festiva. Abunda en tertulias y pascanas y es voz cantante bajo un balcón o junto a la tapia de una huerta. Cae la noche limeña y se ha de saludar la belleza de alguna doncella. Los rivales no son mudos y se ha de recurrir a lo más graneado del magín criollo. De pronto, ante el apuro de la improvisación, aparecen Romeo y Julieta en plena serenata:

- Anuncia la alondra la mañana,
es la hora de partir mi dulce amor.


- No es la alondra, la aurora está lejana
es el canto sutil del ruiseñor.
Toda la noche en la granada
con su canto nos viene a arrullar.


-No, no es la alondra, la aurora está lejana
es el canto sutil del ruiseñor.


- Canta la alondra, mi bien amada,
la luz de la mañana va a rayar.


- No, no es la alondra, la aurora está lejana
es el canto sutil del ruiseñor. *

He aquí el texto original ( acto III, esc. V, 1-7):


Juliet: Wilt thou be gone? it is not near day:
It was the nightingale, and not the lark,
that pierced the fearful hollow of thine ear.
Nightly she sings on yond pomegranate-tree:
Believe me, love, it was the nightingale.


Romeo: It was the lark, the herald of the morn,
No nightingale...

¿Así habrá sucedido? ¿Quién otro pudo haber interpolado entre nuestros más antiguos valses esta endecha amorosa? El maestro dominicano Pedro Henríquez Ureña, nos confiesa en su Letras Castellanas: “José Arnaldo Márquez traduce a Shakespeare incomparablemente...”

¿Cuántos de nosotros hemos oído estos versos en alguna serenata provinciana? ¿Cuántos hemos sido arrullados con ellos? ¿Cuándo comenzaron a cantarlo nuestros abuelos?
Alguna vez escuché comentario del vate Manuel Acosta Ojeda otorgando la autoría a Pedro Bocanegra. También ha opinado, tangencialmente, el maestro César Miró.

¿Habrá más versos para esta serenata? ¿Será el valse su ritmo original? ¿Cuál es su ámbito geográfico y social? Sin duda algún lector tiene datos preciosos... Quizás alguien pueda confirmar -o refutar- esta hipótesis. Queda abierta la polémica.


De lo que sí estamos seguros es del encanto que sentiría el gran inglés si lo despertáramos de su sueño inmortal con esta serenata.


* He aquí la versión cantada -obviamente musicada por Pedro Bocanegra- donde van en 'rojita' los dislates con respecto al 'original' shakespeariano:


Anuncian las dos de la mañana ...... por ' la alondra'


es la hora de partir mi dulce amor.


No es la alondra, la aurora está lejana,


es el dulce cantar del ruiseñor.


Toda la noche en aquel ramado ......por 'el granado' (pomegranate tree)


me viene con sus trinos a arrullar,


canta la alondra, mi bien amado,


la luz de la mañana ya va a brillar.


Alumbra la luz de la mañana


es la hora de partir, mi dulce bien.


Aborrezco la luz de la mañana,


porque viene a separarme de ti.


Víctor Hugo Velázquez Cabrera
Cuadernos de Música, año 3, nº5, 1997

Escuela: se busca vivo y cierto

Where is the wisdom we have lost in knowledge?
Where the knowledge we lost in information?
Wordsworth

¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde el comocimiento que perdimos en información? Así provocaba el valioso poeta inglés nuestro desconcierto ante el supuesto avance cultural y social de la filosofía, la ciencia, la educación, a fines del siglo antepasado. La moral y los usos del imperio de la reina Victoria habían cubierto todo el orbe 'civilizado' y no podía ser más halagüeña la actitud positivista de los cómodos burgueses que ordenaban y regían el mundo.

De pronto, en el corazón de ese imperio, Wordsworth ponía la mirada crítica. Habíamos perdido la sabiduría del espíritu por ganar una pobre bonanza: el bienestar de la tecnología incipiente. Ciento veinte años después, el abismo entre la mera información y la auténtica sabiduría no puede ser más profundo.

Educar se ha vuelto una trillada manera de distribuir vulgares lugares comunes, en complacientes dosis asimilables por cualquier persona distraída de la verdadera tarea del hombre en el mundo: continuar el sétimo día de la creación. La tarea permanece incumplida.
¿Quién ha de realizarla? Quien quiera que sea, ha de cumplir ciertos requisitos:

1.-Conocimientos: debe estar absolutamente al día, no sólo en pedagogía (que generalmente se la limita a la tecnología educativa), sino también en psicología del desarrollo humano (para comprender las variadas etapas de transformación de la mente al elaborar el pensamiento mágico, lógico concreto, lógico abstracto) pero sobretodo, en su materia o especialidad. No tiene ningún sentido dominar el arte de enseñar...nada, porque no se conoce a fondo las matemáticas, el lenguaje, la historia de los pueblos y de su arte, la experimentación científica o la expresión de la salud corporal.

Por de contado, este aggiornamento debe ir acompañado de un serio manejo bibliográfico, no sólo de lo último en vitrina, sino de los clásicos en pedagogía, psicología, ciencias formales, naturales, sociales y humanas, amén de la debida experiencia estética y vital.

2.-Habilidades y destrezas: La disposición natural es, como la palabra lo indica, innata. Las habilidades no se pueden aprender, se nace con ellas.
Así, el educador debe ser, necesariamente, un guía, una persona con fuerte capacidad de liderazgo, que lo ponga, además, en situación de maravillarse con lo que encuentra con el alumno.

Un conocido pedagogo alemán nos decía que lo último que pedía a un maestro en una entrevista de trabajo era los 'papeles' y el curriculum vitae. “Lo que me interesa” -decía- “es ese brillo del profesor en los ojos”, ese estar siempre alerta, como si el mundo fuese nuevo, reciente y desconocido. Esta capacidad de vibrar con un siempre renovado ‘conocer-con’, era lo que él buscaba.

La ecuación de segundo grado, el poema íntimo, el doloroso movimiento de un pueblo en rebelión, aparecen a la conciencia del maestro con siempre renovado ímpetu, como brilla una moneda en el lodo bajo la lluvia.

Las destrezas sí se pueden adquirir. Se aprenden. Entonces uno puede formarse como facilitador, como posibilitador del acto pedagógico, en una relación horizontal de persona a persona (no la de “sabelotodo a ignorante”) con el alumno, para coadyuvar a la construcción de su estar-en-el-mundo, a partir del encuentro consigo mismo. Aprenderá, así, a ex-ducir (no olvidemos el origen latino de la palabra educar: exducere, conducir hacia fuera), a sacar de dentro del joven, del niño o del infante lo que verdaderamente es, sólo que aún en potencia.
Esto es, en el más puro sentido socrático: conócete a ti mismo. No hay nada que 'imbuir', mucho menos lo que el profesor 'sabe' (o cree que sabe). O lo que el maestro 'es' (o cree que es).

3.- Valores y actitudes: Debe, pues, predicar con el ejemplo. Por trillado que sea este concepto, notemos la incongruencia a que conduce su incumplimiento: no se puede enseñar a investigar de ocho a cuatro y ser indiferente y rutinario a las cinco o seis. No puedo hablar de valor en el día, y ser cobarde por la tarde. El profesor ha de ser modelo de vida.
Y, por supuesto que para esto, ha de ser fiel a sí mismo, exigirse, quererse y hacerse respetar. Esto, en nuestro Perú, ya es mucho decir. Debe tener una actitud honesta ante la ciencia y, además, cultivar el arte de la actitud. Y todo esto con una gran dosis de humor, que lo humaniza.

Aún más. Debe tener una actitud permisiva (abierta y democrática) hacia el error como fuente de experiencia fundadora de conocimiento. Saber que no hay ninguna lógica en abandonar un esfuerzo por dos, tres fracasos. Debe enseñar al alumno a ser conciente de que la prueba y el error son el fundamento de la experiencia, el estatuto de toda ciencia. Del error y el aserto ha de pasar a la casuística, que dispone a la hipótesis, a la antítesis, a la síntesis, y a la teoría. Y quizás, a la ley, formal o natural.

Requiere, también, de una disposición afectiva, para trascender la mera formación intelectual. Aquí, estamos en el reino de Pascal (el mismo del tratado de las cónicas o del cálculo, tan racional, de probabilidades): hay razones del corazón que la razón no comprende. La lengua japonesa tiene una hermosa palabra para esto: kokoro, razón y corazón.
Así, se debe aprender -y enseñar- a pensar con el sentimiento y a sentir con la razón. De esa manera se logrará una formación integral de la persona.

Está claro que, para todo esto, se ha de ser capaz de construir su quehacer cotidiano a partir de su entrega al alumno. Sin solemnidades ni vanidad. Es decir, en un acto de eros pedagógico, en un acto de amor.

Veamos entonces, ¿dejará así de ser un mero informador? Sí. Pasará a ser un forjador de hombres libres. Recuperará la sabiduría que se nos fue en mera erudición. Y eso hará de él un auténtico transformador social. Un educador.

Victor Hugo Velázquez Cabrera, 2006

Árboles como ángeles

Tú también eres, oh palma,
en este suelo extranjera...

Abdurrahman de Córdoba

Desde los antediluvianos y enormes secuoyas alanceados por veloces autopistas en la polvorienta California de fray Junípero Serra, hasta el humilde sauce que saluda el aire de mi jardín, siempre me han seducido los árboles que, con fronda rumorosa, han sombreado remotos días de una infancia que creía hundida en la soledad de caminos jamás transitados por nadie. Plenos de dudas, cargados de consuelo, siempre a punto de decirme algo. Arboles visitados en meditadas, largas caminatas, frescas pascanas de descansado sueño que, de pronto, solían aborregarse en oscuras nubes, lloviendo su ansiedad y desconcierto: ¿Es que esto somos? ¿Para sólo morir hemos nacido?...¿Para sólo morir, morimos tanto?

No fue sino hasta que leí el Tercer Diario de Arguedas (l969) que comprendí el sentido de esas presencias angelicales y recordé también haber leído, sin entender, mecido solamente por su música verbal, el soberbio Libro de la Naturaleza de Vallejo (1937):

Profesor de sollozo -he dicho a un árbol -
palo de azogue, tilo rumoreante,
a la orilla del Marne, un buen alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
entre el agua evidente y el sol falso,
su tres de copas, su caballo de oros.
Rector de los capítulos del cielo,
... ... ...
Técnico en gritos, árbol consciente, fuerte,
fluvial, doble, solar, doble, fanático,
conocedor de rosas cardinales,...
... ... ...
Oh profesor, de haber tanto ignorado,
oh rector, de temblar tanto en el aire,
oh técnico, de tanto que te inclinas
oh tilo ! oh palo rumoroso junto al Marne !


Y ahora, de pronto, las palabras, los versos, se me abrían como sésamos encantados, y comprendía con claridad meridiana esa invocación,esa letanía propiciatoria que me llevaría al corazón del aire encerrado en la fronda, al rumor de las hojas musitando la secreta cifra del universo, al turbión de la savia circulando en los vasos, a la entraña de esa madera tibia y turgente, y recordé entonces, comprendiendo, el haiku de Ryota (1630):

vuelvo irritado,
mas luego en el jardin:
el joven sauce...


Dice Arguedas:

El pino de ciento veinte metros de altura que está en el patio de la Casa Reisser y Curioni y que domina todos los horizontes de esta ciudad intensa...llegó a ser mi mejor amigo... A dos metros de su tronco poderoso, renegrido, se oye un ruido, el típico que brota a los pies de estos solitarios...Desde cerca, no se puede ver mucho su altura, sino sólo su majestad y oir ese ruido subterráneo... Le hablé con respeto...Oía su voz, que es la más profunda y cargada de sentido que nunca he escuchado en ninguna otra cosa ni en ninguna otra parte. Un árbol de estos, como el eucalipto de Wayqoalfa de mi pueblo, sabe de cuanto hay debajo de la tierra y en los cielos. Conoce la materia de los astros, de todos los tipos de raíces y aguas, insectos, aves y gusanos; y ese conocimiento se transmite directamente en el sonido que emite su tronco...a manera de música, de sabiduría, de consuelo, de inmortalidad. Si te alejas un poco de estos inmensos solitarios ya es su imagen la que contiene todas esas verdades...meciéndose con la lentitud que la carga del peso de su sabiduría y hermosura...le imprime...Este pino renegrido, el más alto que mis ojos han visto, me recibió con benevolencia y ternura. Derramó sobre mi cabeza feliz toda su sombra y su música...intensa y transparente de sabiduría, de amor, así, tan oníricamente penetrante, de la materia de que todos estamos hechos, y que al contacto de esta sombra se inquieta con punzante regocijo, con totalidad. Yo le hablé a ese gigante.”

De modo que esos eran los músicos, callados contrapuntos que desde antiguo amanecían a mi imaginación! Ahora lo sabía! Y si así les hablábamos...si así nos poníamos bajo su dulce amparo...¿qué secretas consignas, qué callada sabiduría nos entregaban en la penumbra sonorosa de sus ramas?

Arguedas, exilado en Arequipa, ajeno a sus molles y eucaliptos, frente a un pino también lejos de su colonia de coníferas. Vallejo, en insólito ostracismo sobre un afluente del Sena, bajo la sombra mansa de un blanco tilo, lejos de sus Andes maternos. Ryota, huyendo de su propia furia en la ternura de un delicado sauce recién venido ...

¿ No será, acaso, que el lenguaje de estas criaturas, lenguaje que supimos y olvidamos, es el lenguaje del desarraigo, de la desolación?

Desarraigados -sin raigambre- y desolados -sin suelo- ¿no somos acaso dignos de compasión? De la infinita pasión en que la sintonía con el universo nos envuelve, nos agita y arrastra ? ¿ Cuál otro puede ser el idioma de estos hermanos, de estos broches mayores del sonido?

Abolida la conciencia diurna que nos configura, dándonos la ilusión de ser distintos, separados del ser. Esfumada la ingenua posesión de una conciencia única, apartada del ser social y natural en que siempre nos disolvemos como el agua en el agua. Acercados a ese ser apenas sensitivo...¿No somos acaso ese sueño, esa imprecisa madera de la que estamos hechos? ¿No somos esa infinita sed de esencia, de peso y de raíces con que tejemos nuestra ilusión de patria?

Será por eso que pide Octavio Paz, en su Piedra de sol (1964):

Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo,
y llega siempre, un caminar tranquilo...


Víctor Hugo Velázquez Cabrera
5 de abril