'Cuando san Juan baje el dedo'

a Hernán Bartra Monky
a César Vili Ramírez, en Loja

Hoy es el día de San Juan, el sant-Iván medieval, el 'san Fan' del oriente amazónico: Chachapoyas, San Martín, Lamas, Iquitos, Pucallpa, Ucayali. (Estoy pensando en mi amigo y maestro Hernán Bartra Monky.)

Este es el día del Fuego Nuevo (Musuq Nina) para todo el hemisferio Sur: es el solsticio de invierno (1) nuestro. Esta será la noche más larga del año: desde ayer se han prendido fogatas en toda la cordillera para alimentar al sol, que nace débil.

(Yo gritaba de niño, desde las fogatas que encendíamos en la pampa con la Zenaida, el Ambrosio y el Patricio -mis amigos indios de Sangal-:
"no te vayas, Luna, no te apagues, Sol, quédate con nosotros..."


y arrojábamos granos de maíz al cielo, queriendo alcanzar la boca invisible de los astros invocados...)

Es el Intiraymi (fiesta del Sol), el invierno del Sur. En el hemisferio Norte será la noche de verano, que tan bien dramatizó Shakespeare (A Midsummer Night's Dream, 1595).

Simulando la decapitación de Juan por el incontinente Herodes, mi hermana Alicita me cortaba con las tijeras un mechón de cabellos -la cantidad para un pincel-, lo ponía en un papel sobre el que dejaba caer unas gotas de tinta y lo doblaba de modo que al desdoblar quede una mancha simétrica que se 'leía' o interpretaba como ahora lo hacemos con las láminas de Rorschach para el diagnóstico de personalidad. Yo veía entonces felices leones, leves montañas, esfumados caballos, tenues castillos ... todo lo que Leonardo da Vinci (y su san Juan de 1510), años después, me recomendarían hacer con las manchas de la humedad en la pared, en su Codex Atlanticus...

Todo eso se lo debía hacer antes del medio día.

(Es el día de Salomé, la preciosa novela -indexada por el Vaticano- de Vargas Vila. Es la hora del Herodías (en los Trois contes) del maestro Flaubert. Es el solazarse con la Salomé de Oscar Wilde, que tan bellamente ilustró Aubrey Beardsley:


Mañanita de San Juan

Mañanita de San Juan,
mañanita de primor,
cuando damas y galanes
van a oír misa mayor.
Allá va la mi señora,
entre todas la mejor;
viste saya sobre saya,
mantellín de tornasol,
camisa de oro y perlas,
bordada en el cabezón.
En la su boca muy linda,
lleva un poco de dulzor;
en la su cara tan blanca
un poquito de arrebol,
y en los sus ojuelos garzos
lleva un poco de alcojor.
Así entraba por la iglesia
relumbrando como el sol.
Las damas mueren de envidia
y los galanes de amor.
El que cantaba en el coro
en el credo se perdió;
el abad que dice misa
ha trocado la lición;
monacillos que le ayudan,
no aciertan responder, non,
por decir amén, amén,
decían: amor, amor.
(anónimo español del s. XIV)

En Lima era el día de visitar la Pampa de Amancaes. Por eso es también el día del amankay:

El bosque de Amancaes es ahora el barrio de mi amigo Cronwell Jara, escritor. Allí, hasta 1950, se hacían concursos de caballos de paso, se jugaban gallos, y se tocaban las más bellas marineras con dos guitarras, angara y cajón. (Esto, mejor que leerlo, es verlo en el hermoso óleo que hizo nuestro Ignacio Merino de una 'jarana', que los eruditos quieren decir que es en Chorrillos, pero yo quiero que ese negro angarista haga el 'llamado' a la vihuela de un Pancho Fierro acanillado y buenmozo en Amancaes, en el mismito sitio donde he guitarreado con Cronwell y con mi amigo y maestro Eleodoro Vargas Vicuña).


(Mi padre cruzaba las rodillas, me montaba en su empeine, me balanceaba de las manos y cantaba:
Aserrín, aserrán
los maderos de San Juan.
Los del rey aserran bien,
los de la reina también.
Los del duque ruque, truque.
Aserrín! ¡Aserrán!
Los maderos de San Juan,
piden pan, no les dan,
piden queso, menos eso.
Los de Roque, albaricoque,
los de Rique, un alfeñique
¡Los de triqui, triqui, tran!

Aserrín, aserrán,
los maderos de San Juan,
Piden pan, no les dan,
piden queso: les dan hueso
que se atora en el pescuezo...
... y me cortaba con el canto de la mano el cuello, en dulce remedo del martirio de Juan Bautista bajo el capricho de Salomé, la de los siete velos:

!Misterioso día del sol, que pasa decapitado y chorreando su luz sobre los campos, fertilizando la gleba para anegar de frutos la vida, y termina ahogado de amor entre los siete multicolores velos del crepúsculo!!

Atuq az-Zalâb, 24 de junio, 2010

(1) La diferencia entre el año civil juliano (365 d. con 250 milés. de día) y el año tropical (365 con 2,422 diez milés. de día) se trasladó al solsticio, ajustando en tres días cada cuatro siglos. En 1582, el calendario gregoriano colocó al hemisferio Sur con el solsticio -fluctuante aún- hacia el 21 de junio: del 21-24 de junio. La erudución de este dato les importa un comino a los sanjuanianos y a los intiraymiyuq-kuna.