LA ALONDRA: serenta criolla de Shakespeare

¨Mañana que me vaya...¨ se lamenta
un Romeo rural cantando a ratos...

César Vallejo



Hacia l550 el piamontés Mateo Bandello fijaba en sus Novelle, para siempre y sin saberlo, el modelo de amor que muchos años después llamaríamos ¨romántico¨. Calcando sobre la pareja grecolatina de Pyramo y Thisbe, nos daría noticia de los amores trágicos de Giulietta Capuletti y de Romeo Montague.


Claro que para que hablemos ahora, cinco siglos después, de esa pasión, fue necesario que Shakespeare vistiera a estos jóvenes con esa finura psicológica y esa belleza poética tan suyas y que todos le agradecemos. Su drama Romeo y Julieta habría sido redactado en l595 y fue publicado en l597.

Desde entonces mucha tinta ha corrido y los nombres de esta pareja se han vuelto paradigma de la pasión y del desencuentro amoroso. Anotemos también, de paso, que su dosis hay de amor-martirio, visiblemente inspirado en el amor udrí , aquella virtud de la teología musulmana que otorgaba el paraíso inmediato a quienes morían de amor, y tan influyente en el pensamiento prerrenacentista italiano desde los tiempos del mismísimo Dante, y en la poética provenzal.

Luego de un breve olvido, el romanticismo del siglo XIX volvería a considerar el destino de estos amantes, ya bajo la óptica del yo anhelante de infinito. Hacia l870 Tchaikowski repensaría este amor en una bellísima fantasía obertura.

Pero, también las artes menores reflejan el proceso de una sociedad, y quizás con más precisión que las grandes artes, que deben conglobar, cifrar y sintetizar. Así , el romanticismo se expresó en las sinfonías, pero también en los lieder; en las óperas, mas también en las serenatas. Cunde su fórmula rebelde y tormentosa por toda Europa. Hacia l830 está instaurada en América y en l850 ya campea en Lima.

Una pléyade de poetas surge bajo el signo de Schiller y Byron. La bohemia de Lima cuenta , entonces, entre sus cofrades tanto al vate lacrimoso como al pensador sereno. Al lado del pintoresco bufón aparece el enamorado cantor. Hay serenatas por doquier. Junto al gusto ramplón se siente el aroma exquisito del buen vino: Se traduce a Virgilio pero también a Byron. Se parafrasea al Dante pero también a Shakespeare.

Arnaldo Márquez (l832-l903) es uno de estos elegidos de las musas: limeño, pensador, inventor, poeta y excelente traductor. Su fino oído lo guía y enriquece la lengua cotidiana, tanto en la soledad de su estudio - Darwin, Spencer- como en la bohemia lírica y festiva. Abunda en tertulias y pascanas y es voz cantante bajo un balcón o junto a la tapia de una huerta. Cae la noche limeña y se ha de saludar la belleza de alguna doncella. Los rivales no son mudos y se ha de recurrir a lo más graneado del magín criollo. De pronto, ante el apuro de la improvisación, aparecen Romeo y Julieta en plena serenata:

- Anuncia la alondra la mañana,
es la hora de partir mi dulce amor.


- No es la alondra, la aurora está lejana
es el canto sutil del ruiseñor.
Toda la noche en la granada
con su canto nos viene a arrullar.


-No, no es la alondra, la aurora está lejana
es el canto sutil del ruiseñor.


- Canta la alondra, mi bien amada,
la luz de la mañana va a rayar.


- No, no es la alondra, la aurora está lejana
es el canto sutil del ruiseñor. *

He aquí el texto original ( acto III, esc. V, 1-7):


Juliet: Wilt thou be gone? it is not near day:
It was the nightingale, and not the lark,
that pierced the fearful hollow of thine ear.
Nightly she sings on yond pomegranate-tree:
Believe me, love, it was the nightingale.


Romeo: It was the lark, the herald of the morn,
No nightingale...

¿Así habrá sucedido? ¿Quién otro pudo haber interpolado entre nuestros más antiguos valses esta endecha amorosa? El maestro dominicano Pedro Henríquez Ureña, nos confiesa en su Letras Castellanas: “José Arnaldo Márquez traduce a Shakespeare incomparablemente...”

¿Cuántos de nosotros hemos oído estos versos en alguna serenata provinciana? ¿Cuántos hemos sido arrullados con ellos? ¿Cuándo comenzaron a cantarlo nuestros abuelos?
Alguna vez escuché comentario del vate Manuel Acosta Ojeda otorgando la autoría a Pedro Bocanegra. También ha opinado, tangencialmente, el maestro César Miró.

¿Habrá más versos para esta serenata? ¿Será el valse su ritmo original? ¿Cuál es su ámbito geográfico y social? Sin duda algún lector tiene datos preciosos... Quizás alguien pueda confirmar -o refutar- esta hipótesis. Queda abierta la polémica.


De lo que sí estamos seguros es del encanto que sentiría el gran inglés si lo despertáramos de su sueño inmortal con esta serenata.


* He aquí la versión cantada -obviamente musicada por Pedro Bocanegra- donde van en 'rojita' los dislates con respecto al 'original' shakespeariano:


Anuncian las dos de la mañana ...... por ' la alondra'


es la hora de partir mi dulce amor.


No es la alondra, la aurora está lejana,


es el dulce cantar del ruiseñor.


Toda la noche en aquel ramado ......por 'el granado' (pomegranate tree)


me viene con sus trinos a arrullar,


canta la alondra, mi bien amado,


la luz de la mañana ya va a brillar.


Alumbra la luz de la mañana


es la hora de partir, mi dulce bien.


Aborrezco la luz de la mañana,


porque viene a separarme de ti.


Víctor Hugo Velázquez Cabrera
Cuadernos de Música, año 3, nº5, 1997